David González cambia
Porque heredar no es poseer, No hay tiempo para libros incluye una astuta cláusula que garantiza la libertad de su autor. Nadie se hace poeta para ser rico, popular o Stieg Larsson. Uno escribe poesía para ser libre. O al menos para poder elegir sus propias esclavitudes. David González usa la palabra poeta como si fuera su segundo apellido: basta consultar su página web, davidgonzalezpoeta.com. Parte de sus poemas son su nombre - "me llamo david"- o su identidad -"yo: / poeta maldito" - o alguno de los rostros francisbaconianos que todos nos encontramos de vez en cuando en el espejo. No es egocéntrico: esa enfermedad mental sólo se diagnostica a pacientes con ceguera irreversible. Y la visión de David González es de 20/20, demasiado aguda para su propio bien.
Autoconsciente. Ésa es la descripción: David González es un poeta autoconsciente. Posiblemente, el poeta autoconsciente de la poesía española contemporánea. David González es un hombre de 46 años que se mira las manos como lo hacen los niños: escrutando en ellas un destino. No exageramos: un par de poemas de este libro las tienen como protagonistas en el papel de casus belli. Así que ni freudiano, ni contemplativo, ni autocomplaciente. Autoconsciente.
Como la literatura misma, David González Poeta es autorreferencial, lleva incorporado su propio contexto. En torno a su órbita gravitan David Bowie, los Who, la certeza de que "la belleza/ es una propiedad de la vida". Pero, porque todas las generaciones son perdidas, también él -en su incómoda autoconsciencia- asume que, aunque los sueños no se cumplan, los plazos sí lo hacen, y la serpiente muda de piel, y el escritor da un paso más hacia su obra. Profecía de que "se acerca ya/lahora del relevo", "Testigos" es el comunicado oficial de quien necesita más espacio, o simplemente otro espacio, para ser quien es y hacer lo que hace, y le cede su hábitat creativo a los que aún están creciendo. El cambio, como la verdad, nos vacía de contenido, nos llena de energía, nos hace libres.
Mundo posible con vida inteligente, No hay tiempo para libros es una construcción autónoma, autocrítica, un rito de paso no en un sentido iniciático, sino de transición. David González parece prepararse para algo, se conjura para una metamorfosis dentro del universo que levanta de la nada en cada poema, se arma para seguir adelante, hacia la desesperación, hacia el acabamiento, hacia la verdad que más duele, pero siempre adelante, porque eso es la poesía, eso es la vida.
Que es precisamente lo más valioso que nos ha enseñado No hay tiempo para libros:
David González está vivo
Dos puntos:
Ainhoa Sáenz de Zaitegui.
No hay tiempo para libros (Nadie a salvo) se puede adquirir, al precio de 10 euros, en la tienda de la Editorial Origami: todos los ejemplares que se pidan hasta el 27 de enero de 2012, llevarán una dedicatoria personal y única:
Un buen prólogo, extenso pero lleno de miga.
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