Isla Correyero
LOS LÍMITES
Necesitamos testimonios que enciendan en nosotros
el recuerdo de lo más profundo.
Cuando eramos niños teníamos un margn de conciencia
dedicado al Resplandor.
Podíamos ver más allá de los nombres y las cosas. Arder de
amor por los pobres y los muertos. Visitar regiones
invisibles atravesando las azules tinieblas de las
habitaciones.
Traíamos de aquellos límites -siempre frágiles- descalzos
los pies, una peligrosa tristeza y extrañas imprecisiones en
el vocabulario.
Y, cerrando los ojos, volvíamos a ver con claridad lo que
habíamos penetrado
y descansábamos, como dormidos, en el regazo de nuestra
madre
que nos creía y jugaba con nosotros, otra vez, a retirarnos
de la muerte.
Me gusta. Contiene mucha verdad este poema. Aunque resulte una incongruencia, las madres, estamos ahí para dar la vida y, a la vez, para alejar de la muerte...Así es la vida.
ResponderEliminarSaludos para ti, David, y para los poetas y lectores que pasan por tu página.
Me alegra mucho que te haya gustado el poema: Isla es una gran poeta... Saludos y feliz día de la poesía...
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