Eva Bourke
LA POETA A LOS 90 ESCRIBE UNA CARTA
Mis amigos, aquí en esta mesa
con papel y lápiz
quiero contarles lo que perdí
que era todo
y lo que ha vuelto a mí
que también era todo.
De niña aprendí en los días de verano
que el sol habla una lengua incansable
que el pasto quiere vestirlo
todo bajo el cielo
con estrofas verdes
miel para envolver al mundo entero
con su dulce retórica
y su clara marca de agua para escribir sobre las cosas
Pero más tarde a mi lengua le arrojaron piedras
para alimentarse y tierra muerta
en el exilio habló de jarra cuenco pan
nada más quedó en mi mesa.
A su tiempo se curó e hizo amistad con los árboles
a veces fue hasta los confines de la tierra
el viento le mostró el camino.
En la oscuridad y la pena
se puso el vestido de muchachita-
abrió una puerta llamada flor
una puerta llamada estrella
una puerta llamada marea,
las atravesé todas con mi corazón palpitante y vi
a mi madre en un balcón de luz de verano.
Deben creerme
lo único que siempre quise fue pan y rosas
que la sangre de la flor estuviera quieta
para encontrar una palabra clara como un espejo
para enseñarme a mí misma y a ustedes
a tener cuidado con la desesperación.
Este poema está dedicado a Stella Rosemberg, de 93 años, poeta judeo- austríaca, que vive en el exilio en Leeds desde 1938 y solo escribe en alemán, muy de vez en cuando, penando por su madre, que murió en Auschwitz.
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