Frase de Henry Miller

Henry Miller: Solo hay una cosa que tiene para mí un interes vital, y es recoger todo lo que se deja fuera de los libros.

jueves, 7 de junio de 2012

Nuevo Cuaderno de bitácora: Hasta los gatos acaban por suicidarse


Tal y como prometí hace unos cuantos días, acabo de abrir mi nuevo blog: Hasta los gatos acaban por suicidarse, con un post sobre la correspondencia entre Keoruac & Ginsberg. Ni que decir tiene que sois bienvenidos a él.

viernes, 11 de mayo de 2012

Aviso para los lectores de este blog + 1 poema de Lara Ríos

Lara Ríos



Por razones que no vienen a cuento, he decidido cerrar este blog y abrir otro dentro de unos días. Cuando tenga el nuevo blog, lo anunciaré por el facebook y por aquí, pues aunque he decidido cerrar el blog, no lo voy a suprimir. Os agradezco mucho, más de lo que pensáis, que me hayáis acompañado durante este tiempo y espero que alguno de los contenidos de este blog hayan sido de vuestro agrado. Y como se da la circunstancia de que una buena amiga, la poeta Lara Ríos, lleva una temporada por México, he pensado en cerrar el blog con uno de sus poemas:


OTRO MUNDO

Hay un mar desconocido
Un astro que envejece
Todo es demasiado lento
Tan sólo se nos cae el pelo
Pero el verdugo se preocupa y nos ayuda

No creo que nadie le ceda su plaza a un hipopótamo en la nave nodriza
Sólo el verdugo puede hacer eso y cederle la tuya
Por eso colecciona semillas
Colecciona genes por eso
Nadie nos está envenenando
La naturaleza nos protege
El estómago todavía es viejo

No hubiéramos ido más allá del puente
Hay que dar gracias por su legado
O  dejar de pensar y olvidar el paraguas de la tormenta solar
Abandonar las escuelas y fundar una institución del silencio
Buscar un maestro acróbata entre las piedras del dolor

Yo miento como le miente el amor a un niño
Los reyes magos existen mientras exista su nombre
Dios existía hasta que alguien lo nombró
Claro que esto es mi punto de vista
La academia de las abejas contradice la teoría del color
Y los orines de un conejo son neones para el águila

Por la leyenda de un bosque vuelan pájaros que llevan en el pecho
Manchas del color de la sangre derramada
Yo mastico el verde
Mastico el rojo y el naranja
Mastico el amarillo e inspiro azul porque no aspiro al nirvana
Inspiro odio porque me desconozco en la medida exacta

Si se pinta un cielo azul se aclara o empalidece con blanco de titanio
Una pizca de rojo a medida que se acerca al horizonte
El verdugo transforma el paisaje en su medida
Arranca los colores del mapa del mundo como un astro despiadado

Mi camino es poesía y aprendo del verdugo
Y del que va mirando al cielo para no pisar las flores
Invento constelaciones en el mapa de los días
Me tumbo en la hierba boca arriba
Y escribo cartas de amor en las almohadas de la tierra
En parajes donde se rompe a cada instante el mundo de cualquier semilla
El hombre crece y se multiplica
Y el verdugo viene a poner orden

El hombre nace
Llora y lo rematan con un lazo
Pero el hombre crece y se multiplica
Cada nota levanta una columna de aire hasta encontrarse en otra altura

La belleza de una lágrima es el prisma del silencio
El sabor de la huella del salitre
Hay que extraer
Del mármol el blanco en el establo de Calígula
De las venas el violeta en las cámaras de Hitler
Del miedo el amarillo en las pirámides de Moctezuma

Hay que extraer el azúcar de la sal en las tripas del azul
Porque el mar es la jalea de la reina que regresa de su vuelo
A su celda de los cielos preñada de ríos
Y un día llegará la muerte con sus manos de aceite vestida de alienígena
Y por fin desatará el nudo del ombligo

miércoles, 21 de marzo de 2012

Fiesta presentación en Madrid de la Editorial Origami:






1 poema de Isla Correyero:



            Isla Correyero


LOS LÍMITES

Necesitamos testimonios que enciendan en nosotros
el recuerdo de lo más profundo.

Cuando eramos niños teníamos un margn de conciencia
dedicado al Resplandor.

Podíamos ver más allá de los nombres y las cosas. Arder de
amor por los pobres y los muertos. Visitar regiones
invisibles atravesando las azules tinieblas de las
habitaciones.

Traíamos de aquellos límites -siempre frágiles- descalzos
los pies, una peligrosa tristeza y extrañas imprecisiones en
el vocabulario.

Y, cerrando los ojos, volvíamos a ver con claridad lo que
habíamos penetrado
y descansábamos, como dormidos, en el regazo de nuestra
madre
que nos creía y jugaba con nosotros, otra vez, a retirarnos
de la muerte.

martes, 20 de marzo de 2012

1 poema de Roxana Miranda Ruipalaf:

     Roxana Miranda Ruipalaf
    

YO PECADORA

Confieso que le he robado el alma al corazón de Cristo,
que maté una flor por la espalda
y le disparé a la cigüeña.
Confieso
que me comí todas las manzanas
y que suspiro tres veces
al encenderse la luna.
Que le mentí a la inocencia
y golpeé a la ternura.
Confieso que he deseado a mis prójimos
y que tengo pensamientos impuros
con un santito.
Confieso que me vendí por dinero.
Que no soy yo
y que he pecado de pensamiento
palabra y omisión.
Y confieso que no me arrepiento.


lunes, 19 de marzo de 2012

1 poema de Hélène Cadou:

           Hélène Cadou

[CUANDO NIÑA]

Cuando niña
Temía que el pozo
Abierto en lo hondo del jardín

Fuera un ojo abierto
Hacia el fondo de la tierra
Una mirada

Que permitiera ver
La noche de los tiempos

Y rechazaba el antojo
De tomarlo como espejo

Tal era el miedo a que mi cara
En él se perdiera

sábado, 17 de marzo de 2012

1 poema de Paula Meehan:

         Paula Meehan


LA PARTIDA

Había caído tan dentro de sí mismo
que no podía tocarlo.
Aunque yo había preparado nuestra huida
él no quería moverse. Se quedaba
en su cuarto días enteros viendo manuscritos

o acomodando fotos de familia
en el estricto orden en que fueron tomadas.
Le rogué que se apurara pues
se acercaban las noches sin luna;
había que andar dos noches a través del bosque.

Poco antes los soldados habían llegado al barrio.
Me aterraba cada golpe en la puerta,
sus pesadas botas en la escalera.
Nuestros amigos recomendaban prisa;
muchos vecinos ya estaban en prisión.

Sus ojos eran soles gemelos que ardían.
El silencio su respuesta a mis súplicas.
Empaqué una muda de ropa, la mitad
de las últimas raciones,
el anillo de mi madre para el trueque.

A primera vista pasarían los papeles.
No era por mí que yo partía sino
por la nueva vida que llevaba.
En la frontera lo recordé: esa última mañana
junto a la ventana mirando al Sol

pavonearse a lo largo de la calle, reflejando
el desfile de las nubes. Llevaba
la camisa negra que yo bordé de estrellas
y no decía nada. Nada.
Entonces el guía me hizo avanzar.

Entre un recorrido y otro
del reflector, me escurrí hacia otro estado
con gratitud, cubierta por la oscuridad.